Hoy estaba esperando el metro en la estación Tobalaba y había un grupo de tres jóvenes, uno con un violinchelo, otro con un violín y el otro no recuerdo con qué, pero estaban afinando sus instrumentos para seguramente subirse al vagón a tocar por propinas. Los miré de reojo y me puse bien cerca para ver si se subían en el siguiente tren, mientras tanto recordaba que en el viaje anterior en metro, una media hora antes, había estado escuchando a un músico virtuoso de la guitarra eléctrica que tocaba con tanta pasión que era imposible no mirarlo.
Ayer en el Metro Universidad Católica había un guitarrista tocando en unos de esos espacios que puso el metro para que se pusieran a tocar por propinas, justo cuando iba pasando, un guardia le estaba pidiendo su identificación y si estaba autorizado por el Metro para estar ahí, en eso en mi interior dije "por qué mejor este guardia no se va a preocupar de los lanzazos y de los depravados toquetones del metro, en vez de estar preocupado de alguien que más que molestar nos ameniza el camino a cada uno". Más tarde, en el mismo lugar había otra guitarrista, con sus CD artesanales y que de seguro costaron mucho esfuerzo. Podría ser interminable si nombro la cantidad de artistas talentosos que he visto en el metro, incluso unas bailarinas de tap americano que pedían plata para pagarse la carrera de danza y los trajes ¡o un rapero con una de las canciones con más contenido que he escuchado!
Bueno, continuando con la historia del principio, me subo al vagón en estación Tobalaba pero para mi mala suerte no se subieron los jóvenes que prometían un concierto de música clásica, pero a mi lado se subió una señora de unos 75 años, que me dijo "en este país no hay cabida para los artistas, mira esos cabros seguramente piden plata para seguir pagando su carrera de música. Chile es un país de artistas, un país de poetas, pero nadie los apoya", le respondí que opinaba lo mismo, que me dedicaba a la danza y que ser artista en este país es casi imposible, un sufrimiento económico que se calma con la satisfacción que sólo el arte te da. "El problema son los gobiernos, no han hecho nada, y más encima las tonteras que se muestra en la tele, pura farándula, galas y cosas sin contenido. Uno de los culpables es Pinochet, que debería irse al infierno", me dijo, "no se preocupe, él seguramente ya debe estar ahí", le respondí, pero bueno eso es harina de otro costal... Estábamos en nuestra conversación cuando se escuchan unos gritos, todos miramos lo que estaba pasando, era un hombre y una mujer caracterizados de ancianos presentando un extracto de una obra de Isidora Aguirre (autora de La Pérgola de Las Flores) ¡teatro del bueno en el Metro de Santiago! Cuando terminó con aplausos, nos miramos con la señora y ambas nos dijimos en silencio "de esto estamos hablando". En voz alta la señora dijo "Qué lástima, ¡vivimos en un país de ignorantes! ¡Apuesto que nadie de acá sabe quién fue Isidora Aguirre!, por supuesto todos la miraron con cara de vieja loca. Luego de darle unas monedas al dúo se bajó y la perdí.
¿Por qué este reflexión? Sólo quería descargarme y hacer un reconocimiento a esos artistas que se sacan la mugre por recibir unas pocas monedas, a quienes tienen que soportar a veces a gente desagradable (no solo en el metro), a quienes no se les valora como debieran, a aquellos artistas invisibles.
Qué pena que en este país haya tan poca cabida para el arte y las letras, qué pena que muchos no logran surgir por falta de oportunidades, contactos o pitutos. Qué lástima que todo se haga a través de la autogestión y nadie, o muy pocos, reconozcan este esfuerzo.
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